sábado, 24 de abril de 2010

Luis Rosales (1910-1992), centenario del poeta granadino.



Canción donde se explica, bien explicado, que al pronunciar una sola palabra puedes hacer tu propia biografía.

(A Dámaso Alonso)


La palabra que decimos
viene de lejos,
y no tiene definición,
tiene argumento.

Cuando dices: nunca,
cuando dices: bueno,
estás contando tu historia
sin saberlo.


Luis Rosales.

jueves, 22 de abril de 2010

CARTA A PLATÓN


Querido Platón,
han pasado muchos siglos desde que describieras con sencillez la situación de unos prisioneros que no conocían más que las sombras proyectadas sobre la pared de una cueva. Estaban atados, y sólo podían ver cómo las sombras danzaban ante sus ojos describiendo extrañas formas que éstos asumían como la realidad, -quiero decir- “la única realidad”. No eran más que sombras. Sin embargo, para aquellos prisioneros era todo lo que podía conocerse. Tú sabías que su realidad no era más que un pálido reflejo deforme de la auténtica realidad, del mundo ideal o el mundo del conocimiento.
Las sociedades humanas han ido evolucionando mucho durante estos siglos. Sin embargo, a pesar de nuestros grandes avances o progresos, seguimos abundando en desconocimiento. Seguimos atentos a las sombras. Absortos y embobados. Pienso -como tú- que es un problema de educación, que nos aferramos a la vida cómoda y fácil, y que preferimos permanecer encadenados, ajenos a la verdad. Por desgracia, vivimos en un mundo donde todo es opinable, donde el conocimiento se reduce a mera información, donde todo vale si con ello salgo beneficiado, donde el esfuerzo ha cedido lugar a la comodidad, donde nos dejamos dominar por el afán de poseer, donde no tenemos tiempo para pensar por nosotros mismos, donde los poderosos siguen dominándonos, donde prevalece el desorden económico mundial, donde nos preocupamos más de las vidas ajenas que de las nuestras, donde falta ilusión, o donde la tristeza está –como suele decirse- a la orden del día… (Te aseguro, querido amigo, que podría enumerarte un largo etcétera). Lo que pretendo confesarte es que no podemos decir que hayamos progresado –precisamente- en el campo de lo humano.
Tú sabes, como yo, que la búsqueda de la verdad es siempre fuente de libertad, y que no debemos renunciar a esta búsqueda: la verdad de uno mismo, de nuestras circunstancias y del mundo que conformamos y nos rodea. Me gustaría que supieras que tu mito –por desgracia- sigue siendo actual, y que ojalá podamos romper esas cadenas que nos impiden movernos, o dejar atrás tantas sombras que nos acechan. Siempre tuyo,
Andrés.

miércoles, 21 de abril de 2010


"Factus eram ipse mihi magna quaestio"
(S. Agustin)

"¿Qué arco habrá arrojado esta saeta
que soy? ¿Qué cumbre puede ser la meta?"

(J. L. Borges)

Una palabra teológica sobre el ser humano

"Desde siempre, el hombre, para comprenderse, ha ido a llamar a la puerta de los dioses. Después de todo, ¿no es en el frontispicio de un templo, en Delfos, donde está grabado el famoso 'conócete a ti mismo'? (...)

Desde la Modernidad, inaugurada por Descartes, el hombre pretende tomar la medida de su ser a partir de él mismo, considerado como un sujeto autónomo desligado de la transcendencia. 'Cogito, ergo sum'. Aun creyendo en la existencia de Dios, se trata de pensarse 'etsi Deus nom daretur', como si Dios no existiese (...)"
(A. Gesché)

Este texto da para pensar. ¿Y si Dios puede iluminar nuestra misteriosa condición humana? Tal vez hoy, aunque sólo se trate de una propuesta entre otras, el hombre puede ser pensado desde Dios... A lo mejor, una perspectiva teológica pueda aportar algo al hombre que se interroga sobre sí mismo. Al respecto, B. Pascal decía que el hombre sobrepasa infinitamente al hombre debido al misterio que le constituye.
Interesante, ¿no?

El hombre, ese misterio...

"El cuerpo no puede manifestarlo todo claramente. No podemos llegar a revelarnos plenamente y, cuando se trata de confidencias profundas, es preciso que nos adivinen, en su mayor parte, lo que nunca acertaríamos a decir. Las palabras se encuentran muy lejos del alma. Son signos sociales y nosotros no nos parecemos a nadie (...) Las palabras nos traicionan frecuentemente, y sólo nos queda el recurso humano y desesperado de un gesto o de una mirada para darnos a entender. Y por eso, sólo el amor, que es un impulso de todo nuestro ser hacia otro, puede permitirnos comprenderle sin falsearle en modo alguno" (Jean Mouroux).

viernes, 16 de abril de 2010

Saberse vivo

"Ser y no saber nada... y ser sin rumbo cierto", algo así decía el poeta romántico, consciente del peso de su propia existencia. Sus versos doblan y resuenan como un lamento. Se apaga la dicha de estar vivo. Un día bajará el telón. El poeta llamó dichoso al árbol que apenas siente, porque el hombre se sabe vivo y encaminado hacia una muerte que espera -irremediablemente-, agazapada en alguna de esas curvas de la vida.
Pero, ¿acaso puede la muerte apagar el gozo de estar vivo? Durante mucho tiempo ni siquiera fuimos. Luego, tampoco sufrimos por no ser. Epicuro, que era sabio, decía que no debemos temer a la muerte, porque nunca coexistimos con ella.
A pesar de que en nuestro mundo de hoy vivimos divertidos, es decir, vertidos en muchas cosas, disipados, o tan abundantemente comunicados como para sentirnos incomunicados y solos... A pesar de todo, seguimos siendo humanos. Y ser humano es arribar a la vida herido de infinito.
Todos nuestros deseos no son sino un lánguido reflejo de nuestro único deseo: la permanencia en este espacio vital que me acoge y que me resulta tan familiar. Somos como náufragos aferrados a una madera flotante: la vida, y todo lo que esta tiene de gozo, alegrías, amores y desamores, recuerdos y olvidos. Nacemos adictos a la vida y a sus continuas contradicciones.
En un mundo de diversiones, emerge -entonces- una exigencia: hay que aprender a distraerse. Claro está que no existe un manual para ello, por lo que siempre encontraremos voces diversas, opiniones, sugerencias, propagandas. Podemos vivir más divertidos que distraidos.
Necesitamos pensar y sentirnos vivos. Distraernos. Distanciarnos de la realidad envolvente para contemplarla, desde este balcón privilegiado que es el pensamiento, la imaginación, la fantasía y la poesía que nos expresan como auténticos seres humanos: sintientes, pensantes, reflexivos y soñadores. Pensar es distraerse, estar vivo, respirar el mundo, criticarlo, forjarlo a nuestro gusto. La dicha es propia del hombre que se goza ante la vida. Dichoso es el hombre creativo que sabe convivir con sus heridas.